jueves, 14 de julio de 2011

y un beso

Cuando era más joven, cuando tenía quince, dieciséis casas a donde huir, era locura. Era pibe, soñador, capaz de lo incapaz.
La suerte daba vueltas como bola de ruleta, siempre dejaba un guiño bajo de mi manga.
Había un trato particular con el destino; le daba revancha al tiempo. Enamoraba y desaparecía, por acto de casualidad, o responsabilidad. Jugaba y ganaba, perdía y no importaba. Bailaba y me enloquecía, leía y no escribía. Tomaba, no me emborrachaba, mentía y no ni sabía.

La balanza decayó, un placer tan a pleno, un tedio enloquecido sin donde dormir. La base, una mezcla de mí y él, que me imita todo el tiempo. Un disfraz tatuado en mi... corazón. Una tormenta se avecinaba. Mi sinceridad, y tantas mentiras piadosas.
Y los asuntos pendientes, abandonados justificados, deciden volver, como quien pierde su rumbo. Y mi manía de intentar, de no escapar de los problemas.

Y qué sentir si procuran asesinarte sin tocarte, y ponerte en pie de guerra, con el peor. Te volvés enemigo, de aquél tan diferente, tan igual que vos.
Hubo que encarar el asunto, con los ojos vendados, caminar a ciegas, entregarse sin más. Renunciar al pecado, o pecar con amor, de dejar todo por solo uno. Olvidar mil bocas por una sola; dos ojos, una verdad, dos labios y un crimen.

Quizás no sea tan malo, o quizás siempre lo quise. Quizás siempre me pudo, con una mano en mi pelo, mirándome con la cabeza en mi pecho, sonriendo y tomándome por la cintura, mientras las estaciones pasan nuestro alrededor.
Y me quedé con sólo una casa donde escapar, y se volvió locura.

Susurrando, hablando en silencio, de las manos frías, o de su nariz suavecita, de las manos rondando la espalda, del pelo cayendo por sus senos.

Y la timidez, y la perversidad, y la locura de querer morirme ahí. Y las despedidas que se volvieron eternas: Un beso y un beso y un beso, un beso, un beso, una sonrisa, un beso… y uno más.

Mi sonrisa, y su risa. Vueltas y vueltas sin parar. Mareados, borrachos, sin alcohol.

Las cosas toman un giro, un curso necesario. Directo hacia el abismo, donde podría caer.

Y el viento, los terceros y las circunstancias, intentando tirarme, y tirarnos. Que yo no soy así, que no rompa los papeles. De de un títere que escapa, un títere de un montón de bocas.

Pero ella vuelve, dictándome la verdad, su verdad y la mía, la única que cuenta. Y nos duele, no sabemos qué es lo mejor.
Pero algo no nos dice nada. Y por nada sonreímos, buscándolo. No sé si lo encontramos. Nos perdemos en otra cosa. Y la despedida vuelve otra vez a ser eterna, y un beso, y un beso, y un beso, un beso, un beso…

Y creo que no voy a caer.